Los gatos, esos felinos que aparecen en nuestra vida domestica y que los aceptamos sin más e incluso les damos cariño y cobijo en nuestro hogar, no siempre han sido bien vistos.
En la Edad Media fue un tiempo que si eran aceptados, de hecho pululaban por todo lugar e incluso eran bienvenidos en lugares eclesiásticos como monasterios, conventos, iglesia, catedrales y también civiles o particulares, pues ayudaban a mantener limpio el lugar de otros animales, como las ratas o ratones, que en este caso si que podían perjudicar a las personas con enfermedades y dañar las cosechas o cualquier alimento que estuviese a su alcance...
Pero esa actividad, la caza de ratones. ese juego que realiza el felino antes de atraparlo entre sus garras, en la Edad Media se comparó como el juego del Demonio con las personas incitándolas a ser pecadoras para finalmente caer en sus manos, por lo que se llegó a asociar este animal con aquel, acrecentando su mala fama, llegando a asociarlos con los ritos satánicos, hasta tal punto que se popularizó que los grupos herejes, como los Cataros u otros, adoraron a los gatos y los utilizaron para sus rituales paganos. Es más a los Templarios, que en el principio de su fundación la iglesia no los consideró herejes, pero que tras un tiempo se les conceptuó como una banda de sodomitas, idolatras por tanto herejes, en su juicio final se les acusó de permitir la asistencia de los felinos en sus actos litúrgicos....
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