viernes, 18 de septiembre de 2009

Leyendas del gato de los bosques de Noruega



Cuando hablamos de la raza conocida como Bosques de Noruega, hablamos de un gato totalmente natural. Estos gatos grnades, fuertes, musculosos y de pelo largo acompañaban a los vikingos en sus viajes, controlando la presencia de ratas en sus barcos. No es, por lo tanto, una raza obtenida por el hombre mediante cruces selectivos de otras razas.



Sus diversos colores tienen que ver con las distintas regiones de Noruega donde originalmente habitaban, ya que el pelaje los ayudaba a camuflarse.
Sus orígenes reales son inciertos. En cambio, se pueden rastrear sus orígenes míticos.



Desde la antigüedad estos gatos estuvieron ligados, en la mitología nórdica, a la diosa Freya, esposa de Odín. Freya conducía un carruaje que cruzaba el cielo a gran velocidad conducido por dos gatos: Bygul (abeja de oro) y Trjegul (árbol de ambar dorado). La mitología vikinga cuenta que fueron dos gatos de los Bosques de Noruega quienes vencieron al propio Thor, dios del trueno y la guerra de los vikingos, defendiendo a Freya, diosa de la fecundidad y la belleza. Thor, enamorado de Freya hasta la locura, intentó tomar el carro en brazos para llevársela y fueron esos gatos quienes impidieron a Thor que la raptara.
Estos son los antepasados míticos de los gatos de los Bosques de Noruega. Por esta antigua presencia en la tierra de los dioses, al servicio de esta diosa matriarcal, los gatos fueron bienvenidos en las granjas y grandes amigos de los hombres, desde siempre.



Otra leyenda cuenta que la reina de las hadas dio a elegir a sus compañeras algún ser que las protegiese y guiase y todas las hadas eligieron al Bosque de Noruega, que se convirtió así en el “gato elegido por la Hadas del bosque”.

Los tres gatos

Un hombre vivía solo en su casa. Sin embargo, una rata la invadió y desde ese día, el pobre hombre no podía dormir porque la rata husmeaba en los rincones, se comía su comida y amenazaba con devorar al hombre. Era una rata, digamos, gigante, muy fuerte, muy inteligente y muy sagaz. El hombre, harto de la rata, decidió buscar ayuda en el templo.

Un monje zen le dijo que la solución era fácil. Debía de conseguir un gato que pueda vencer a la rata. Así que partió hacia el pueblo. Un amigo le ofreció un gato. Era de color negro y de veía bastante robusto. Esa noche, el gato se colocó delante de la rata, la retó y peleó cuerpo a cuerpo con ella, pero fue vencido, huyendo de la casa luego de algunos minutos.

EL hombre consiguió otro gato. Uno de color pardo. El gato no era tan fuerte como el anterior, pero era muy astuto. Así que el hombre lo llevó a su casa. Esa noche, el gato y la rata se enfrentaron, pero ésta era mucho más astuta que el gato y podía adelantarse a sus movimientos. Luego de un momento, el gato no tuvo otra opción que huir.

EL hombre volvió al templo para pedir un consejo, estaba desesperado. El monje, piadoso, le obsequió uno de sus gatos, un gato que vivía en el templo zen. Era de color gris y parecía perezoso, nada ágil y parecía que siempre dormía. El hombre se extrañó mucho, pero lo llevó a su casa. Esa noche, el gato solo permaneció echado en medio de la pequeña sala del hombre. La rata salió a retar al gato, pero éste la miró de reojo y decidió descansar un poco más. La rata titubeó, mirando al gato que no se acercaba ni parecía inmutarse.

Así pasó la noche, y el gato parecía dormir siempre. La rata se acostumbró a la presencia del inofensivo gato, así que decidió salir y hacer de las suyas en la casa. Cuando pasó despreocupada por el costado del gato, éste, de un zarpazo la mató y se la comió.

Anónimo de tradición zen

Haiku

La soledad es
un gato silencioso,
en la azotea.



Norberto de la Torre