En la gran isla de Borneo, los gatos comían a las lagartijas, que comían a las cucarachas, y las cucarachas comían a las avispas, que comían a los mosquitos.
El DDT no figuraba en el menú.
A mediados del siglo veinte, la Organización Mundial de la Salud bombardeó la isla con descargas masivas de DDT, para combatir la malaria, y aniquiló los mosquitos y todo lo demás.
Cuando las ratas se enteraron de que también los gatos habían muerto envenenados, invadieron la isla, devoraron los frutos de los campos y propagaron el tifus y otras calamidades.
Ante el imprevisto ataque de las ratas, los expertos de la Organización Mundial de la Salud reunieron su comité de crisis y resolvieron enviar gatos en paracaídas.
En estos días de julio de 1960, decenas de felinos atravesaron el cielo de Borneo.
Los gatos aterrizaron suavemente, ovacionados por los humanos que habían sobrevivido a la ayuda internacional.
Eduardo Galeano
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