Ayer Melusina ya no podía sentarse de ninguna forma por su panza. Necesitaba un escaloncito para las patas delanteras.
Sin embargo, se podía subir por una escalera apoyada en una pared, a un entretecho de la parte de mi casa que todavía está en construcción. Por eso le armé allí su nidito para el parto.
Y esta tarde...
Cuando me di cuenta, los dos rubios ya habían nacido. Yo la acompañé mientras nacían los otros dos. Fue un parto hermoso, sereno,sin un solo quejido.
¡Cuatro bellezas! Eso sí, hay de todo menos siameses. ¡Cómo se divierte la nena, por el barrio!
miércoles, 6 de enero de 2010
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