domingo, 22 de abril de 2018

Loa gatos en la Edad Media




Los gatos, esos felinos que aparecen en nuestra vida domestica y que los aceptamos sin más e incluso les damos cariño y cobijo en nuestro hogar, no siempre han sido bien vistos.
En la Edad Media fue un tiempo que si eran aceptados, de hecho pululaban por todo lugar e incluso eran bienvenidos en lugares eclesiásticos como monasterios, conventos, iglesia, catedrales y también civiles o particulares, pues ayudaban a mantener limpio el lugar de otros animales, como las ratas o ratones, que en este caso si que podían perjudicar a las personas con enfermedades y dañar las cosechas o cualquier alimento que estuviese a su alcance...

Pero esa actividad, la caza de ratones. ese juego que realiza el felino antes de atraparlo entre sus garras, en la Edad Media se comparó como el juego del Demonio con las personas incitándolas a ser pecadoras para finalmente caer en sus manos, por lo que se llegó a asociar este animal con aquel, acrecentando su mala fama, llegando a asociarlos con los ritos satánicos, hasta tal punto que se popularizó que los grupos herejes, como los Cataros u otros, adoraron a los gatos y los utilizaron para sus rituales paganos. Es más a los Templarios, que en el principio de su fundación la iglesia no los consideró herejes, pero que tras un tiempo se les conceptuó como una banda de sodomitas, idolatras por tanto herejes, en su juicio final se les acusó de permitir la asistencia de los felinos en sus actos litúrgicos....

Leyenda celta de los gatos bicolores negros y blancos



Les quiero contar una de las leyendas más bellas para mi gusto, la leyenda de la gata blanca y negra.

Buigh (significa amarillo) era una gata negra cuyo dueño la llevaba a todas partes junto a él, paseaba junto a ella, compartía su comida con ella, dormía junto a ella hasta hablaba con ella, siempre estaban juntos, la gata lo adoraba, la llamaba Buigh por sus enormes ojos amarillos.

Todo era perfecto en la vida de Buigh, hasta que un día su dueño se hizo a la mar y le pidió a su madre que cuidase de Buigh porque le daba miedo que un golpe de mar azotase el barco y a su inseparable amiga le pasara algo.

La madre de su dueño la encerró en el granero para que no siguiera a su hijo hasta el puerto.
Buigh maulló semanas enteras esperando a su dueño hasta que una mañana un vecino del pueblo llevó una triste noticia a la madre de su dueño, en una tormenta una ola se tragó a su hijo, la mujer rompió en llanto y Buigh espantada huyó de la casa, corrió hasta la playa no estaba su dueño, y comenzó a caminar por la costa buscándolo... pasó mucho tiempo, estaba delgada cansada y sin ganas de seguir cuando llegó a Kirkwall en el norte del país, se asomó al acantilado y le dijo al océano:

"Llévame con él al fondo de tu abismo, te regalo mi alma inmortal pues sin él no hay sitio para mí en este mundo"
Una ola gigante surgió llevándose consigo a la gata... cerró sus ojos dejándose arrastrar por el océano.

Despertó en los brazos de un hombre que la secaba con cariño, abrió sus enormes ojos y lo miró, el hombre al contemplar aquellos ojos vió pasar montones de recuerdos en su cabeza, y dijo su nombre- "Buig, mi vieja amiga viniste por mí, no recordaba nada hasta ver mi vida en tus enormes ojos amarillos ¿qué hacías en el mar? Sé que eres tú pero tu pelo es ahora distinto eras negra como la noche"

Una voz profunda desde el océano le dijo, "Me ofreció su alma a cambió de regresar contigo, pero no puedo privar al mundo de un alma tan noble, a cambio llevará en su manto mi recuerdo, la espuma del mar, y un don le concedo a ella y sus descendientes, llevarán la armonía y la alegría a cada hogar que habiten".

Desde entonces existen los gatos blancos y negros pues llevan el legado de Buigh y el don de llevar armonía y alegría a aquellos que comparten sus vidas.