lunes, 2 de enero de 2017

Decisión

Estaba harta. Cansada ya de esperar. Había esperado siempre. Que llegara. Que no se fuera. Que le regalara algo más que las caricias morosas de siempre. Pero no. Él siempre se iba. Y ella siempre esperaba. A veces, se le terminaba la paciencia, y arremetía contra sus tesoros. Era un placer tirar al suelo sus anillos, y verlos rodar lejos, inalcanzables, debajo del más pesado de los muebles de la casa. Se relamía pensando el tiempo que perdería buscándolos. Sabía que él no imaginaría que lo suyo era un desquite, que romper con ahínco sus libros era su venganza.
Decidió que cambiaría, que su estrategia ahora sería la ausencia. Se asomó al balcón y miró hacia abajo. Tres pisos. Serán suficientes, se dijo. Cerró los ojos y se dejó caer. Tarde, recordó que era inútil. Las gatas caen siempre paradas.

Graciela de Gaetano

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